Mucho más allá de lo que podamos llegar a pensar, son los pequeños hábitos que nos acompañan en nuestro día a día los que a veces nos restan gran cantidad de energía. Detectarlos y ser conscientes de los mismos es de vital importancia para que no decaiga la energía. Si realizamos un pequeño análisis, ¿qué consecuencias puede generar no cambiar este estado de ánimo?
El principal factor y más directo es entrar lo que se conoce “el efecto bola de nieve”, es decir, cuando nos dejamos empapar por este tipo de situaciones negativas disminuye nuestra vibración dificultando las posibilidades para poder continuar en nuestro camino, además de imposibilitar la llegada de nuevos retos y objetivos. Por tanto, a continuación se exponen los principales factores a evitar:
–Criticar a otras personas. Este principio suele ser muy habitual en los entornos laborales y personales. No sólo desgasta, sino que también refleja aquellas situaciones que no están solventadas de nosotros mismos y que proyectamos sobre los demás. A veces, esta crítica suele comenzar por otras personas y, si en ese momento sientes “una pequeña punzada en el estómago”, es el momento de alejarse rápidamente y no dejarte embaucar por esa conversación. Darse cuenta es el primer paso y aplicarlo el segundo. Sin embargo y aunque «determinadas compañías» opten por esta alternativa como hábito de vida, no tienes porqué unirte tú también. ¿O acaso no te ha pasado que vas andando por la calle y una persona pasa junto a ti quejándose? Muchos lo tienen tan asimilado, que no van a cambiar absolutamente nada. Simplemente mantienen este gesto como vía de escape, fórmula que seguirán empleando en cualquier otro momento y lugar.
–Enfocar la realidad desde el miedo. Existen dos opciones para mirar la vida: desde el amor y el miedo. La segunda te generará indefensión, inseguridad, no te permitirá cumplir tus objetivos y estarás en un estado de alerta constate. Eres un ser de infinitas posibilidades en el universo, con múltiples opciones por lo que, si escoges el miedo, el universo te dará miedo. Si esto pasa, no sólo se hará realidad la línea más negativa y consecuente de todos tus pensamientos.
«Recuerda que es nuestra elección los pensamientos que tenemos cada día. Ante determinadas respuestas del tipo «es muy fácil decirlo», se esconde la excusa de no querer realizar ningún tipo de cambio en una interfaz tóxica escondida».
–Escuchar problemas: allá donde vayas siempre encontrarás a gente con múltiples problemas y esto no significa que no tengas que ayudar a una amigo, o bien, conocido, pero sin inmiscuirte demasiado. Siempre puedes ofrecer tu punto de vista, pero entiende que una persona ha de tomar sus propias decisiones para poder solventarlos y, sobre todo, darse cuenta que es necesario cambiar de actitud al ir mucho más allá de la crítica o de la queja. Si tras repetidas ocasiones el modelo se repite, es porque nada va a cambiar más allá de la perspectiva que ya conoces. Al aplicar este filtro, poco a poco reducirás la presencia de personas negativas en tu vida.
–El desorden: aunque existe mucho escrito sobre esto, es fundamental. El caos a nuestro alrededor disminuye la energía de forma drástica. Este desorden empieza, sobre todo, en nuestra casa, es decir, en las estancias que nos rodean, los armarios y entornos habituales. El posponer este comportamiento resta mucha de nuestras energías que, directamente, afecta a al estado de ánimo. El caos es un reflejo directo de nuestro interior. Sin embargo, lo mismo ocurre con nuestras mesas y espacios de trabajo. El principal problema es que ocupan mucho espacio y, hasta que no hagamos el hueco necesario, será imposible que nada nuevo pueda llegar a entrar.
«Cuesta decidir que determinadas personas ya no seguirán en nuestro camino. Sin embargo, si en muchas ocasiones sientes cierto malestar junto a ellas, no recibes apoyo y te usan a modo de «papelera emocional», no queda otra opción que marcar distancias y continuar tu camino con quienes sí te permitan ver el lado más positivo de la vida».
–Mantener vivo los rencores. Suele suceder con los contactos más cercanos que no han respondido de la mejor forma posible ante determinadas circunstancias y que a veces sigue persistiendo con nosotros «allá donde vayamos». Aunque ese enfado sea inevitable, dar un paso al frente y dejarlo ir es como “quitarnos un gran peso pesado” para poder avanzar y recibir lo bueno.
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