A pesar de la gran popularización del término estrés, en la actualidad se concilia con muchos ámbitos de nuestra vida que hemos terminado por aceptar. En lo referente al trabajo, el estrés laboral genera un elevado número de bajas que ya se sitúa en más de un 30% en España y que genera un gran desgaste emocional entre quienes lo padecen. Actuar antes, durante y después es fundamental si queremos hacer frente a este tipo de circunstancias. Y hoy compartiremos por qué los agobios nos impiden dar un paso al frente.

Y aunque poco a poco las organizaciones van generando programas de bienestar para los empleados, no todas tienen la misma visión y actúan de esta manera. En la medida en que este estrés se mantiene de manera constante en las personas, los efectos adversos pueden llegar a ser devastadores al disminuir el rendimiento, la atención, falta de respuesta ante los estímulos o productividad. Cuando se alarga en el tiempo, puede ser generadores de insomnio, fatiga crónica, depresión o incluso adicción al trabajo, el otro gran opuesto.

Las emociones más habituales que suelen presentarse cuando una persona padece estrés laboral son: miedo, apatía, grandes dosis de frustración, culpa y hasta ira. Es complicado, pero finalmente suele acabar en un círculo vicioso que se deriva en forma de AGOBIOS.

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¿Por qué los agobios nos impiden actuar frente al estrés laboral?

Cuando estos agobios o pesadez se muestran en nuestra vida, nos impiden dar un paso al frente para poder finalizar o mejorar esta situación. Y suele ser por tres razones fundamentales:

Círculos que nos rodean

En muchas ocasiones, el estrés suele venir generado por líderes que realmente no saben dirigir equipos. Estos líderes, jefes o responsables se disponen “a mandar” sin razón, o bien, atienden a instaurar directrices sin que la persona tenga clara cuáles son sus responsabilidades. En otras ocasiones, ejecutan mal sus órdenes en forma de enfados, represalias o incluso reproches. Estas personas suelen entender que esto está mal, “pero que así se hacen las cosas”. Si existen, a su vez, “reprimedas constantes delante de otros compañeros”, quienes padecen este estrés empiezan a “tener miedo” porque realmente son comportamientos impredecibles y empiezan a estar “siempre en tensión”.

Estos círculos también pueden venir dados por los propios compañeros o incluso responsables de equipos que suelen tener un cargo inferior, pero que tampoco tienen la formación adecuada para dirigir equipos y que, por tanto, actúan de forma similar a un jefe aunque nunca lo sean.

¿Cómo actúan aquí los AGOBIOS? La persona que sufre este tipo de situación “se ve nublada” por un halo de resistencia y malestar que le impide actuar. Normalmente, suele aceptar estas situaciones ya que “por mucho que haga”, no podrá con ellas. Entonces, directamente comienza a entrar en un círculo vicioso difícil de controlar y salir.

 

Competitividad y presión social

El primer término, la competitividad, es el que desde pequeño se enseña en los centros educativos. Normalmente, se pone especial énfasis en “que hay que ser mucho mejor que los demás”, “luchar”, “sacar las mejores notas” y “casi que pisarse de forma constante”. Nada más lejos de la realidad.

Estos roles suelen fortalecerse en los hogares hasta la edad adulta. Aquí los padres suelen ejercer una gran presión sobre estos hijos al considerar que hay que ser siempre el mejor, o bien, estudiar en muchas ocasiones carreras u opciones que ni los propios hijos suelen estar de acuerdo, “pero no les queda otra que seguir este legado”. Aunque todo ello se haga siempre con la mejor de las intenciones, no siempre se realiza de forma correcta.

Y es que lo que pensamos que puede ser bueno para otras personas, no siempre es lo que ellos quieren o necesitan. Y así se refuerza con las amistades y parejas que aparecen en la edad adulta. Cuando éstas se consolidan, no actúan siempre de manera adecuada al ejercer también cierta presión sobre lo que realmente una persona “tiene que hacer”.

¿Cómo actúan aquí los AGOBIOS? La presión social ejercida por lo que se conoce “los círculos sociales más cercanos” hace que en muchas ocasiones afloren emociones contrarias a nuestro ser para dedicarnos a algo que realmente “ni nos gusta” por miedo absoluto a que esto no sea aprobado por quienes nos acompañan. La falta de apoyos aquí suele generar mucha tensión e irritabilidad, por lo que directamente damos por hecho “que es lo que hay” aunque aceptarlo nos genere un desgaste emocional muy fuerte.

Consecuencias del estrés laboral en las personas

 

Aceptación del verdadero propósito

El estrés laboral y las emociones que se generan en torno a estos trabajos que mantenemos a veces trae escondido un mensaje más directo: no aceptar realmente que queremos darle un cambio a nuestra vida de 360º.

Y aunque está relacionado con el punto anterior, la persona que padece este situación prefiere quedarse anclada a estas emociones que dar un paso al frente. Normalmente, por falta de confianza en sí mismas, o bien, por no instaurar una base sólida sobre la que construir un nuevo proyecto. De ahí que surjan frases tales como “bueno, es lo que hay”, “no es posible hacer otra cosa”, “es imposible”, “todo el mundo está igual, no voy a ser yo diferente”.

A veces aquí, tampoco se es consciente de que tras estos muros, existe una llamada, a través de nuestra inspiración, que nos está intentando comunicar algo y hacer un cambio en nuestras vidas, pero normalmente no solemos atenderlo.

¿Cómo actúan aquí los AGOBIOS? En este caso, particularmente, duermen a la persona para no pasar a la acción y aceptar que es muy hábil para hacer o dedicarse a otras cosas. Simplemente, soportan una presión muy fuerte que directamente hacen que pierdan el interés por estos trabajos y afrontan sus días sin ilusión, “como un simple trámite”.

Con independencia de cuál sea la situación, la liberación emocional nos permite soltar las emociones que nos anclan y nos imposibilitan avanzar. Puede que sea quedarnos como estamos o decidir otra opción, pero permitiendo mantener nuestro equilibrio y plenitud con independencia y sin ningún tipo de temor.

Y tú, ¿te unes al bienestar emocional?