Son los apegos generados por conseguir aquello que deseamos los que se convierten en verdaderos muros. Nieblan nuestra realidad con cierto “humo” que nos impide ver lo que realmente nos hace disfrutar. ¿Qué sucede en entonces en estos casos?
Los siete primeros años de vida son determinantes en el desarrollo de cualquier niño. Todo lo aprendido hasta este momento se almacena en forma de creencias, o como se dice en ho´ponopono, como memorias, que impiden un correcto desarrollo a lo largo de su vida. Normalmente, es aquí cuando se produce un cambio crucial: se confunden las ideas y “aquello que dicen los demás” comienza a ser más importante que lo que opinamos nosotros.
Sucedido este proceso, la persona suele crecer enfocando su rumbo en lo que “los demás creen que está bien” para poder encajar en según qué grupos. En muchos casos, la identidad propia no se desarrolla con naturalidad y suele manifestarse a partir de miedos, competitividad o inseguridad. Ante muchos retos de la vida, la persona que piensa que el problema se encuentra “fuera de su alcance”, puede manifestarse a partir de muchos periodos de ansiedad.
De acuerdo con Mabel Katz, esta confusión da pie a una serie de trabas: son los pensamientos limitantes los que nos impiden poder solucionar estos problemas que, a veces, se manifiestan de forma cíclica en nuestra vida a partir de situaciones similares en el ámbito personal o laboral. Esta autora, además, revela cómo la resolución de los conflictos a través del ho´ponopono nos llevaría hasta el “estado cero”, ese estado natural inicial en el que nos encontrábamos cuando nacimos.
Por ello, si decimos iniciar este camino, es fundamental paralizar este proceso prestando especial atención a esos pensamientos limitantes que podemos definir como aquellos que distorsionan nuestra realidad con situaciones que no son reales y que se presentan, en muchas ocasiones, a partir de enfados, distanciamientos con personas o ira ante determinadas situaciones.
Para poder avanzar, es fundamental identificarlos para sanar. Por ello, aprender a soltar situaciones y enfados, cerrar puertas y comenzar nuevos caminos nos ofrecerá una segunda oportunidad para vivir la vida con otra “lente” o mirada. Es a través de esta alternativa cuando nos percatamos que hasta este momento hemos vivido otra realidad.
Soltar nos da la bienvenida y nos ofrece la oportunidad de andar por un camino diferente, atraer nuevas oportunidades, estar más atentos a todo cuanto nos rodea y, sobre todo, vivir la vida que todos nos merecemos.
Un placer poder compartir con vosotros esta entrada,
¡Gracias de corazón!
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