Seguramente alguna vez te hayas preguntado: “¿qué hacer con mi vida?, ¿cómo es posible dejar el pasado atrás?, ¿cómo cambiar las cosas?, ¿qué puedo hacer para avanzar?, ¿en qué consiste el ciclo de la vida y cómo entenderlo?”. Todas estas preguntas pueden tener muchas respuestas pero, quizás el cierre de etapas es la decisión más compleja y que mejores resultados puede ofrecernos para seguir adelante e ir entendiendo “todo aquello que nos cuestionamos”.
La mayoría de las personas tienen una asignatura pendiente con este paso fundamental al implicar tomar decisiones relevantes al respecto, como las que expongo con los siguientes círculos:
Relaciones personales
Tener una pareja implica lazos personales muy fuertes al compartir muchas experiencias. Sin embargo, muchas veces y, aunque sea doloroso, la historia no puede continuar, o bien, ambas personas son incompatibles. En este aspecto, son muchos los que se quedan “enganchandos” al dolor: “mejor no cerrar esta puerta, puede que vuelva, dónde encontraré alguien mejor, etc”. No cerrar esta etapa puede generar una gran frustración y vulnerabilidad para quienes decidan seguir perpetuando esta situación.
De igual forma, y siguiendo con la línea anterior, también existe la posibilidad de que la persona en cuestión permita “que el otro u otra regrese a su vida cuando se le antoje” sintiéndose, con esta decisión, como si fuese “un antojo o marioneta”. Es necesario pensar que somos nosotros los responsables de quienes dejamos entrar en nuestra vida y, con ello, de las situaciones que éstos nos ofrezcan.
Otra opción de este círculo es que el individuo “no pueda convivir con la soledad en cuestión para darse ese tiempo que necesita, o bien, crear una base sólida que le permita continuar y seguir adelante”. Como consecuencia de ello, atrae a todas aquellas personas que, para nada, le aporten un beneficio a su vida, más bien todo lo contrario.
Amistades
Cuesta mucho reconocer cómo “aquel amigo u amiga que tanto queremos no nos hace felices, o bien, nos causa ciertas sensaciones desagradables al no apoyarnos, criticar todo, infundar quejas insignificantes, etc”. Otras ocasiones, estas personas pueden generarnos una situación dolorosa para nosotros que no sabemos cómo encajar y que “decidimos perpetuar para no quedarnos solos”. En nuestro interior “chirría la opción de tomar otro camino que nos sea más beneficioso, pero preferimos quedarnos tal cual viviendo situaciones estresantes porque no sabemos qué hacer”.
Vivir en el pasado
Este aspecto suele ser muy común al trasladarnos hacia aquellos momentos “que nos hacían tan felices” y que sin embargo hoy no sabemos vivir. Además de perpetuar el dolor de forma innecesaria, esta situación nos impide vivir el presente en plenitud generando, normalmente, los siguientes síntomas: pérdida de energía, cansancio vital, desánimo, depresión y malestar general. Muchas son las personas que, directamente, siempre se sienten enfermas escondiendo detrás múltiples consecuencias emocionales que no han sabido afrontar de forma adecuada. “Quedarse en un estado emocional que resulta ser contraproducente para nuestra salud puede provocar serias contraindicaciones en el organismo”.
Todo esto es fruto del “apego” que sentimos a las cosas o circunstancias y que no permitimos liberarlas para continuar. Además, nos “aferramos” a ellas como si fuesen insuperables o como si no tuviésemos otras alternativas que “aquello que tenemos”. De esta forma, nos resulta imposible “dejar el pasado atrás o continuar”. Sin embargo, se trata de una decisión personal que el individuo debe tomar sin que nadie se lo diga, es decir, que se tiene que dar cuenta de que “él solito es responsable de su bienestar”.
Una vez que reconocemos que estamos en esta situación, ¿qué beneficios obtendremos cerrando etapas dejando atrás circunstancias dolorosas? Algunos de ellos:
- Paz interior: sensaciones como la calma o relajación se instaurarán en nuestra vida de forma progresiva.
- Comenzaremos a tomar el control en nuestro día a día “sin necesidad de poner parches” para poder continuar.
- Soltar implica y permite que nuevas situaciones lleguen a nosotros y que, anteriormente, pensábamos que sería casi imposible conseguirlo ya sea en forma de amigos, parejas o situaciones felices.
- También crearemos relaciones más sanas “sin tener que sufrir” ni esforzarnos hacia lo que otros quieran o nos impongan porque sí.
- Este paso corroborará y asentará la idea de que somos los únicos responsables de todo aquello que nos sucede en nuestro día a día y que nada “es casualidad o símbolo de mala suerte”.
Si has logrado leer esta entrada al completo y te has visto identificado en algunas de las situaciones expuestas, te invito a meditar sobre ello y a que desde ya “cierres con todo lo que te haga daño y que ya no está presente en tu vida”. Aunque te resulte difícil, ganarás mucho más de lo que imaginas.
¡Muchas gracias a todos!
[…] incluso escribamos una carta, sin que la otra persona llegue a leerla, con el fin de cerrar esta etapa […]